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-Hola César.
-Hola Claudia.
-Ya casi no me acordaba como era tu voz por teléfono.
César se quedó callado, pensado en porqué había llamado, en que decir...
-¿Dónde estas ahora?-La voz decidida de Claudia rompió el silencio.
-En el portal del Lobito, le acabo de dejar.
-¿Te apetece venir conmigo? Mi hermana tiene una botella de vino y si me la bebo sola me emborracharé.-Susurró ronroneando Claudia.
-Vale, voy para allá, aunque no creo que te emborraches con una sola botella.
-Hasta ahora cariño.
-Hasta ahora.
Mientras hablaba ya estaba conduciendo hacia Claudia, y antes colgar el móvil ya casi estaba frente a su puerta.
-Y bien César ¿Para qué querías emborracharme?
Y se emborracharon el uno del otro, durante minutos que duraron horas se devolvieron casi todos los besos que se debían, pero toda borrachera tiene resaca y la suya llegó muy pronto.
Eran las 4:26 y sonó el teléfono de Claudia que les miraba desnudos sobre la mesilla, la pantalla mostraba la cara de ese maldito pijo encima del nombre "Cari" Claudia se quito de encima a César para atender el teléfono, respiró hondo para ahogar sus últimos jadeos.
-Hola Cari, me pillas ya en la cama... no mi hermana no está...no sé si puedes venir es la casa de mi hermana... pensé que te quedarías con tus amigos... yo también te echo de menos...
Mientras Claudia seguía hablando César se vistió y se fue, no quería otra despedida ni mucho menos oír como Claudia le echa de su cama por un pijo.
Estaba perdido aquella noche, precisamente aquella noche.