Lobo se aparto unos centímetros de sus labios y le volvió a rozar la punta de la nariz suavemente con los dedos, ella sonrió frunciendo el gesto.

-¿Por qué siempre me tocas la nariz así?

-¿No te gusta?

-No sé, ¿Qué le pasa a mi nariz?

Lobo se acercó y comenzó a susurrar con pegado a su mejilla.

-Cuando era pequeño mi madre estaba fuera durante semanas o meses, sin verme, cada vez que venía me traía algún regalo y un beso de gnomo, no recuerdo ninguno de los regalos pero no he olvidado ni un solo beso.
Laura sintió una pequeña lágrima donde su piel descansaba sobre el ojo derecho de Lobo. Y también sintió el silencio, el silencio inmenso de una puerta nunca abierta.

-Pero hay algo más, no vamos a volver a vernos, no me llames, no digas nada cuando me vaya sin mirar atrás, soy el Lobo, soy Skin Head, mi camino muy estrecho para llevar compañía.

Foto (via ag2r)


Muchos piensan que crecer a la sombra de mi hermano mayor me ha condicionado, Lobo tiene una personalidad desbordante, el Barrio le conoce y le quiere; si andas con el por la calle es mejor que no tengas prisa, todos le saludarán. Yo siempre he sido el Pequeño Lobo, Lobito, Cachorro de Lobo, pero me llena de orgullo llevar su nombre en el Barrio.

El Lobo apenas había dejado de ser un niño cuando ya tenía una familia a su cargo, le recuerdo a los 15 años llevándonos al colegio, con la cabeza rapada, su Harrington y la llorona de nuestra hermana en brazos. Aquel mismo verano dejo los estudios y se puso a trabajar. “Jugar a ser mayor no es barato”. Nunca se quejaba por nada, siempre veía el lado positivo “Unos brazos como estos no se consiguen en un gimnasio de pijos” Ahora sé que llevaba la carga más pesada del mundo en su espalda pero a nadie se lo dijo, con nadie la compartió.

Nos educo rectos, no nos deja hablar mal ni despistarnos en los estudios “Necesitamos que una cabeza amueblada cuide de Mamá, estos brazos no serán siempre fuertes” Era solo un niño y tuvo que ser quien nunca deja de sonreír, mirarle a los ojos te hacía sentir que todo era posible. Mamá siempre andaba preocupada de que no le duraban las novias “Es que estoy buscando una más guapa que tú, Morena”

Solo le vi una vez bajar los brazos, fue cuando mi hermana nos engaño y dejo de ir al Instituto para ir con sus amiguitas al fracaso “Nos ha salido mentirosilla.” Ver la inmensa derrota de tantos años de esfuerzo me partió el alma, pero ya me tocaba a mí jugar a ser mayor y compartir la carga de educar a nuestra Mentirosilla.


Cada prenda sobre el suelo hace afilar más los colmillos de Lobo, las pupilas se dilatan hasta ennegrecer por completo su mirada. Su autocontrol se extingue. No hay retorno.

Ella se deja hacer, juguetea con sus manos mientras con los ojos entrecerrados busca un beso. Solo le queda el sudor sobre la piel y Lobo sitúa su pierna izquierda tras las de ella dando suavemente con su rodilla para obligarlas a doblarse mientras ordena:

-On your knees- El baile ha comenzado.

¿Cuándo se habrá dado cuenta?”-pensó Lobo- “¿Desdé cuando sabe que esta noche no le van a amar? ¿Fue en el bar al sonreírme? ¿Cuándo le advertí que era un chico malo? Ella me aseguro que era peor, que lo muestre.”

La cabeza del Lobo ya no esta rapada, sus ropas le hacen invisible del resto, ha dejado atrás su marcado acento suburbial; pero sus colmillos están afilados aún.

Tirado en la cama sudada que aún vibra el Lobo percibe la otra respiración entrecortada, en su cabeza retumban los gemidos que llenaban la habitación hace solo un momento. Ella se acerca para recostarse sobre su pecho. Lobo siente ganas de llorar pero solo huye, como siempre.

Creía que había cambiado pero la realidad le demostró que seguía tan incapacitado como antes para amar y ser amado. Es un Lobo, Es un Skinhead.

(img via wonderlandcode831)


20 de Abril del 90

Hola Claudia.

Ha pasado mucho tiempo desde que nos escribíamos, siempre recordaba esta canción de Celtas Cortos al poner la fecha y estaba tentado a plagiarles, pero nunca coincidió la fecha, y ahora tampoco les copiare, tengo cosas propias para ser original.

No quiero ponerme nostálgico y ñoño recordando aquellos infinitos veranos de nuestra niñez ni aquel primer año de universidad que compartimos militando en los realistas soñadores de la sociedad perfecta. Ni mucho menos quiero recordar el enero que empezó el siglo y termino el sueño.

Cuando estas ante las decisión que marcara tu vida deberíamos percibirlo de alguna manera, un cartel con luces de neon, una voz en off del futuro, algo así.

He vuelto a esa tarde mil veces estos años, muchas veces he justificado mi decisión, ¿Qué demonios iba ha hacer yo en Oslo, sin universidad ni trabajo? ¿Por qué huías tú y me hacías sentir culpable a mí?

Pero otras muchas he deseado ir contigo hasta el fin del mundo, y más desde que termine la estupida carrera para acabar currando de imbecil encorbatado, desde que alquile un piso en la misma fea ciudad de siempre y ahora que me dura más el corte de pelo que las novias.

Nunca he sido demasiado misericordioso conmigo mismo, lo sabes bien, me torturo pensando en como habría sido todo si yo hubiera agarrado tu mano y el billete a Utopia. ¿Cómo habría sido?
Querido Cesar:
He vuelto a esa tarde con insistencia estos largos años, tengo que hacer autocrítica y reconocer que comporte de forma egoísta, que no debí abandonar todo de manera impulsiva ante la primera dificultad.
Si hubieras venido conmigo todo se habría ido a la mierda, era una época oscura para mi que debía atravesar sola.
Nunca he visto Utopia, el billete era falso, Europa es mucha más fea que tu barrio.
Deseo volver a sentir el sol del verano castellano de nuevo y que cuando mi piel arda la soples para refrescarme.

Cuando Cesar me ha enseñado este email enseguida me he visto que Claudia volvería sin pensárselo para arrojarse a sus brazos en mitad del aeropuerto como en una peli de final feliz.
Lo que no tengo del todo seguro es si Cesar quiere el billete un billete a Utopia para huir de su tediosa vida o volver a tener 19 años, como la mayoría de las chicas con quien intima entre visitas a la peluquería para disimular el inicio de su calvicie.

Claudia ama César; César ama al joven César de Claudia.
¿Cómo le dices esto a tu mejor amigo?

(img via: mimin)


Marcos es cirujano, se lava obsesivamente las manos 10 ó 15 veces cada día; aun así las siente sucias para tocar a su esposa Isabel; y más cuando acaricia a la dulce África, la joven enfermera que le dibuja la sonrisa con cada palabra.

Pese a toda esa preocupación por la higiene debe apestar, su propio hijo ni se le acerca desde hace semanas, ya ni pide una nueva vídeo consola o más juegos, una apática conversación de monosílabos es todo lo que consigue de él, esto es más de lo que logra de Isabel, ¿tan lejos están los días en que se prometieron no ser un matrimonio de christmas navideño?

Sanson perdió la fuerza al cortarse el cabello, Marcos perdió las ideas y los principios cuando se cortó las greñas y jugó a ser adulto.


-¿De verdad crees todo eso?-Preguntó Alex de forma brusca y directa.

César solia hablar con frecuencia de La Morena, a quien alguna noche se encontrara y le alejara de la vida crápula.

-Pues claro, esta hay fuera, ya sé hasta como sera ese día; me tocara llevar el coche y no habre bebido ni una cerve, estaremos en una fiesta en casa de alguien, aburrido saldre a la terraza a liarme un cigarrillo.

-¿Y entonces caera del cielo?-interrumpío Alex, que nunca puede callar una buena puntilla.

-Espera Alex que esto promete- dije intentando que César siguiera su historia de princesitas.

-Ella no caerá del cielo, estará allí. Sus ojos serán negros como la noche más oscura, con dos tintineantes reflejos brillantes, su pelo del color del profundo abismo. Me saludara sonriente con un “¡Hola!” yo responderé con un rápido “¡Hola!” que calle el “¿Llevas mucho esperándome?”; ella dirá “Menos mal que has llegado” mientras intenta encender su cigarro con un mechero que ya no funciona; le ofreceré mi encendedor, apoyara su mano sobre la mía y comenzaremos a contarnos todo lo que nos ha pasado, como dos viejas almas que se vuelven a encontrar.

Sino conociera a César como le conozco pensaría que todo esa parrafada la dijo enserio, que es un enamoradizo, pero le he visto en acción y se que toda esa historia no es más que una excusa para justificar dejar a todas las chicas que cometen el error de pillarse por él. Es mucho mejor decir, “busco a mi alma gemela” que “no tengo intención de pillarme por ninguna chica”
El pitido agudo y obstinado del motorola sin batería marcaba el paso del tiempo en el silencio de la conversación de miradas. No había nada que decir, cada cinco minutos el estúpido aparato lo recordaba.

Yo intentaba adentrarme en sus pensamientos, otra vez, a pesar del evidente fracaso de las otras ocasiones. ¿Era tristeza ese reflejo acuoso? ¿La respiración calmada era fruto de un gran esfuerzo para tranquilizarse? ¿Estaba ganando o perdiendo la discusión?

-Bueno… me tengo que ir…-su voz intentaba ser pausada y susurrante pero rompió el silencio como un grito de batalla.
(Estoy harta de chicos atormentados que en su sufrimiento buscan el placer)

-Ya es algo tarde…-Respondí también con el mismo apacible alarido.

-…- Sus labios se movieron buscado algo que decir pero solo se escucho de nuevo el pitido.
(No eres más que un niño de papá caprichoso y terco)

-¡Adiós!- Me gire antes de acabar aquella maldita palabra, mis ojos se perdieron entre las luces de los coches que a toda velocidad parecían líneas de una fotografía de con el diafragma abierto durante dos pitidos, quizás estuve más pero sin su móvil ya no pude medir lo que dura el silencio.
(Ni se te ocurra volverme a llamar)

Besar, acariciar, morder y arañar, valía todo menos enamorarse pero me di cuenta tarde.

Al llegar el momento de la despedida César no se pudo contener:

-No puede ser -dijo mirándola a los ojos fijamente- ¿Qué probabilidades existían de que nos encontráramos aquí, en mitad de un club de Berna, Suiza al que nunca volveremos? ¡He estado mil veces en Segovía y nunca te había visto. Hemos pasado la noche perfecta, no hemos dejado de hablar, bailar y reír ni un momento.
Y cuando rozaba el cielo besándote dijiste eso, fueron solo diez segundos, ¿Por diez segundos vamos a olvidar el resto de la noche? Hagamos una cosa: olvidemos esos 10 segundos, como si nunca hubiesen existido, ¡No me digas hasta siempre por favor!

-Pero no es solo una frase -replicó Libertad en un tono pausado con la mirada perdida al final de la calle- es una persona que me quiere, no puedo olvidar que tengo novio.

-Has desmontado mi mejor argumentación con solo una frase, cada vez que hablas me gustas más. Eres la chica más maravillosa del mundo.

-Que te vaya bonito- Contestó Libertad clavando por última vez su oscura pupila en César.

-Adiós -Respondió en un susurro girándose y prometiéndose no mirar atrás.


Llevaba desde el viernes sin comer, dormitando frente a la tele con un infinito ciclo de todas nuestras películas.


El viernes por la tarde ella me había vuelto a llamar, me anunciaba de manera fría y ascética que el domingo por la tarde se pasaría por sus cosas.


Me dejara las llaves sobre la mesa, me lo tome como un “espero que no estés”

Después llamó Cesar, fue insistente, debería haber descolgado e irme de borrachera hasta el domingo por la mañana, con un poco de suerte conocería a una chica para pasarsela por delante a Pieta’ el domingo cuando entrara.

Pero he preferido no moverme ni un milímetro en dos días, como si eso hiciera parar el tiempo, o quizás retroceder a cuando íbamos juntos a la filmoteca.

Dudo entre si ya no la odio porque no la quiero o por lo contrario.

Son las 4 ya, me levanto y dejo un post-it junto a los DVD´s

“Ya me has robado demasiadas escenas, no te lleves también los DVD´s”

Al volver encontré escrito el reverso:
“Tus DVD´s eran tan aburridos como tus escenas”
Su ingenio siempre me hizo sonreír.




Llego a tú cama alcoholizado apestando a fiesta y otras,
te pido dormir a tú lado
me despierto buscando ahogarme tu dulce humedad,
me jadeas lo que me odias,
me susurraras que la última vez que te encuentro,
sé que no es verdad pero sería lo mejor
así yo estaría solo
así tu serías feliz
me confieso en tu ombligo
me odio,
no merezco ningún perdón
ni ninguna de las veces que me has perdonado
te quiero cada domingo a las 10, me olvido cada sábado a las 11.